LA ESTRELLA FLAMÍGERA Y SUS SECRETOS
El tema de la estrella flamígera, por cuanto en ella estriba está ahí
toda la virtud mágica de la masonería, en tanto que el secreto de la
increíble fuerza que se guarda está en la inteligencia que la dirige.
Siendo la estrella flamígera una síntesis completa y perfecta,
manifestada por un solo símbolo, sirve para resumir la fuerza
extraordinaria en un solo emblema mágico, en un solo objeto resumida
la inteligencia de la misma masonería. Es algo así como el punto dónde
se sostiene concentrada toda la energía, presente la estrella
flamígera en toda Logia masónica, en la parte alta de entre las dos
columnas, en su centro Gravita la misma letra “G”, letra que
evidencia lo antes dicho en un solo símbolo resumiendo: Geómetra, God,
Generación, Gnosis, Germinación, Etc. ahí el masón proyecta la
voluntad con fuerza. La estrella de cinco puntas en por siempre lo
emblemático de la magia, presente en cada ritual tanto de Magia Negra
“Goetia” como de Magia Blanca “Teúrgia”. Pues no existe magia más
poderosa que la Teúrgia para la Luz, y no existe magia más poderosa
que la Goetia para las Tinieblas. Y en la masonería el masón debe ser
“diestro” en ambas magias. El símbolo iniciático por excelencia es la
estrella flamígera. Invocando a la fuerza de la Estrella por la
pronunciación quíntuple de Alfa.- A- A –A- A- A- En la misma Liturgia
dice: ¿Sois Compañero Masón? – He visto la Estrella Flamígera. – ¿Por
qué os habéis hecho recibir Compañero? – Para conocer la letra G. –
¿Qué significa esa letra? – El G.·. A.·. D.·. U.·. o bien, el que ha
sido elevado a lo más alto del Templo. Esa letra significa también la
Geometría y puede recibir otras numerosas interpretaciones. La
estrella representa la Estrella Sirio.- La letra G, símbolo principal
de la Logia de Compañeros, no sólo posee una multiplicidad de
significados, sino que, por característica propia de la Masonería,
presenta incluso varios orígenes distintos. Entre sus numerosos
significados destacan el del G.·.A.·.D.·.U.·., Principio Universal que
ha trazado los planes del macrocosmos y el de la Geometría Sagrada, la
ciencia que por excelencia predispone para la unificación del
microcosmos y el macrocosmos, pero ante todo, y en virtud de que esta
letra se encuentra en el centro de la Estrella Flamígera, su principal
significado iniciático en la Logia de Compañeros es la representación
del Principio Divino que reside en el corazón del hombre dos veces
nacido, el Germen de Inmortalidad, latente en el centro del
microcosmos humano. Que la letra G representa tanto al
G.·.A.·.D.·.U.·. como al centro del microcosmos humano es, fácil de
comprender puesto que el polo y el centro son en el fondo una sola y
misma cosa, el punto único que permanece fijo e invariable en todas
las revoluciones del devenir. El centro del estado humano, o lugar del
Hombre Verdadero, puede ser representado como el Polo Terrestre,
mientras que el centro del Universo total, o lugar del Hombre
Trascendente, lo es como el Polo Celeste, siendo el Polo Terrestre el
reflejo o proyección del Polo Celeste. Por eso, salvo en los casos
donde ambos Polos son señalados expresamente por símbolos distintos,
no ha lugar a diferenciarlos, teniendo así el mismo simbolismo
aplicación en dos grados de universalidad diferentes, lo que revela
además la identidad virtual del centro del estado humano con el centro
del ser total, pues desde el punto de vista humano, el Hombre
Verdadero no puede ser distinguido de la “huella” del Hombre
Universal. Se encuentra en los antiguos rituales de la Masonería un
claro ejemplo de esta separación expresa, donde la letra G representa
al Polo Universal, pues estando figurada en el centro de la bóveda,
cae suspendida de ella la Plomada del G.·.A.·.D.·.U.·. directamente
sobre el centro de una suástica trazada sobre el piso, que, por
analogía, representa al Polo Terrestre. En cambio, la letra G situada
en el centro de la Estrella Flamígera, representación del Hombre
Verdadero u Hombre Regenerado, alude directamente al principio divino
que reside en el corazón del iniciado, polo del microcosmos humano. En
ambos casos, la letra G sustituyó a la letra Iod hebraica, como
consecuencia de la asimilación fonética de Iod con God, siendo este
hecho lo que transfiere a la letra G su verdadera significación
esotérica e iniciática, pues por sí misma, al no formar parte de una
lengua sagrada, no podría ser considerada como un verdadero símbolo
sagrado. Iod, primera letra del Tetragramatón (el Nombre Divino
Inefable) representa al Principio, de tal suerte que puede
considerarse que ella sola constituye un nombre divino, el primero de
todos según ciertas tradiciones. De hecho, en hebreo, a veces el
Tetragramatón se representa abreviadamente por tres Iod o por una
sola, inscrita dentro de un triángulo.- Su primacía viene indicada por
su misma forma que evoca un punto o un germen, simbolizando la esencia
indivisible que se encuentra en el origen de toda la creación, de tal
manera, que la letra Iod constituye el elemento principal del cual se
derivan todas las demás letras del Alefato. Por todo ello la Iod, como
la G, tras la transposición comentada, es a la vez Principio y Germen,
Principio en el mundo superior, que contiene en potencia todas las
cosas, y Germen en el mundo inferior, que está contenido en todas las
cosas. Por otra parte, la letra ha sido asociada siempre a la semilla
(o germen) porque encierra un contenido significativo, que debe ser
extraído y desarrollado en la conciencia, ya que en la letra se
esconde lo nombrado. Puede verse en todo ello una estrecha relación
con el simbolismo de la Palabra de Paso, que permite al Aprendiz la
entrada en la Logia de Compañeros. Tal palabra, ligada al Paso de las
Aguas, se representa precisamente por una espiga de trigo al lado de
un río, en alusión a un pasaje del Libro de los Jueces, donde se
relata cómo la correcta pronunciación de la consonante inicial de esta
palabra permitía el paso del Jordán, mientras que la incapacidad de
pronunciarla correctamente arrastraba a la muerte. La inicial es el
símbolo del Principio y, en materia de iniciación, todo
desconocimiento del Principio (el empobrecimiento del sentido de las
Palabras Masónicas) cierra el camino y conduce al error y a la muerte.
Ninguna enseñanza no masónica es capaz de otorgar el conocimiento
real, que el hombre debe encontrar solamente en sí mismo, pues todo lo
que el hombre aprende ya está en él y todas las experiencias y
aprendizajes no son más que ayudas que contribuyen a la anamnesis o
reminiscencia. Pero para poder acceder al conocimiento es necesaria
una transmisión iniciática masónica, que permita el despertar de las
posibilidades latentes que el ser porta en sí mismo, habiendo ahí una
verdadera cuestión de cualificación, pues en la edad en que vivimos la
Verdad ya no es accesible a todos los hombres indistintamente. Toda
iniciación comprende necesariamente varias fases que se corresponden
con otros tantos estados correspondientes. Estos grados pueden ser
reducidos a tres, que vienen caracterizados por las fases de nacer,
crecer y producir, o, en otras palabras, descubrimiento, asimilación y
propagación de la Luz. Y es precisamente la conciencia de la Luz lo
que constituye el Secreto masónico, cuya posesión cualifica para el
paso a otro Nivel de Ser. El Francmasón ELIFHAS LEVY ESCRIBIO el
Extraordinario Libro LA ESTRELLA FLAMIGERA: La iniciación masónica es
por la Lucha y por las pruebas, es pues, indispensable para llegar a
la ciencia práctica de la alta magia. Ya he dicho cómo puee triunfarse
de la cuatro formas elementales; volveremos sobre esto, recomendado al
lector que quisera conocer las ceremonias de las iniciaciones
masónicas antiguas, las obras de Barón de TSCHOUDY, autor de la
Estrella Flamante de la masonería ADONHIRAMITA- LA ESTRELLA FLAMÍGERA
O la Sociedad de los Francmasones considerada bajo todos sus aspectos
AL ORIENTE EN EL SILENCIO S.D. (1770) OBRA ATRIBUIDA AL BARÓN DE
TSCHOUDY, CONSEJERO EN EL PARLAMENTO DE METZ. Catecismo o instrucción
para el grado de Adepto o aprendiz Filósofo sublime y desconocido
seguido de LA LUZ SURGIENDO POR SÍ MISMA DE LAS TINIEBLAS La Estrella
Flamígera (1766) es un texto realmente insólito dentro de la extensa
literatura masónica pues, más que una instrucción para el Aprendiz,
encontramos en él precisas enseñanzas alquímicas transmitidas en forma
de ritual masónico. Al parecer, su autor quiso devolver el sentido
alquímico-hermético tanto a la iniciación como a los símbolos
masónicos, intentando restituir a la Franc-Masonería algo que, para
algunos alquimistas, las Logias habían abandonado u olvidado. En este
sentido, otro Filósofo Hermético, cuya identidad ocultó por medio de
un acrónimo, escribía más o menos en la misma época: «en la medida en
que estas logias se han alejado de su origen, se han alejado también
del verdadero sentido que los primeros fundadores habían dado a
ciertas palabras de las que no se tiene hoy en día ni la más ligera
idea. Estas palabras, que ya no significan nada, se han convertido en
sus secretos...».1 Como otros antes y después que él, Tschoudy habría
querido renovar la Orden reintroduciendo en ella las enseñanzas que
los masones de su época habían perdido. Pero su tentativa quedó en
eso, en un mero intento, pues a todas luces nuestro autor era un
hombre cargado de buenas intenciones y una cierta erudición, pero no
un verdadero adepto. Sin embargo, y esto debemos agradecérselo, para
elaborar este Catecismo de Aprendiz Filósofo se apoyó en los mejores
autores, lo cual confiere a la obra un interés considerable. Ello nos
permite conjeturar que Tschoudy fue inspirado o asesorado por alguien
más docto que él, o que simplemente, como opina Roger Caillet, «le
endosaron» la autoría de este libro. Si pensamos en los numerosos
intentos de «espiritualizar» la masonería y buscarle orígenes
«egipcios» que hubo en la época, no podemos dejar de relacionar este
pequeño libro con un entorno poco conocido, el de la Société du Grand
Oeuvre y el de la Société des Illuminés d'Avignon, sociedades con las
que de alguna manera estuvieron vinculados personajes como Dom
Pernety, Emmanuel Swedenborg, el conde Thaddeus Leszczy Grabianka,
Benedict Chastanier4, Kerdanec de Pornic, y Fabre du Bosquet, el autor
de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética, que acabamos de
citar. En la misma línea que Tschoudy, dom Antoine-Joseph Pernety,
autor de dos de los textos de alquimia más leídos y citados, el
imprescindible Diccionario Mitohermético (1758) y las Fábulas egipcias
y griegas explicadas y reducidas a un mismo principio (1758), nos ha
dejado también un Rituel alchimique secret du grade de vrai macón
(1770). Con todo, un especialista de la talla de Robert Amadou
defiende la tesis de que Antoine-Joseph Pernety no fue nunca masón, al
menos regular, aunque Roger Caillet escribe que sí «recibió la luz
masónica».5 Para Pernety la alquimia está en el corazón de la
mitología y de las alegorías de los poetas; para otros incluso de la
doctrina de Cristo. Ya en el siglo XVI se escribió un tratado
alquímico titulado Processus chimique sous forme de la Mece 6 dedicado
a Ladislao, rey de Hungría y de Bohemia, en el que se relacionaba el
proceso alquímico con el de la misa católica, y en 1632 aparece El
Alquimista Cristiano, de Pierre- Jean Fabre, escrito en latín, pero
que fue traducido al francés un siglo más tarde. 1-Véase Concordancia
Mito-Físico-Cábalo-Hemnética> de Saint-Baque de Bufor, manuscrito
alquímico del siglo XVIII Ediciones Obelisco, Barcelona, 1986. Esta
edición está completamente agotada. El lector que desee acceder a este
libro puede consultar Concórdame Mytho- Physico-Cabalo Hermétique, Ed.
Le Mercure Dauphinois, 4, rué de París, 38000 Grenoble, Francia. Como
señala en esta edición Charles d'Hooghvorst, que fue propietario de
este manuscrito, el autor del mismo se llamaba Fabre du Bosquet. 2.
Como por ejemplo en La Franche-Maconnerie rendue a sa vhitable origine
de Alexandre Lenoir (1761-1839) que le concede un origen egipcio-Autor
que no hay que confundir con un ilustre masón, dom Jacques Pernety,
primo suyo.. Amigo de Pernety, que fundaría en Londres la «Logia de
los Teósofos iluminados». Amadou en su libro Cagliostro et le rituel
de la Maconnerie Egyptienne, Ed. Sepp, París 1996, y Caillet en La
Franc-Maconnerie Egyptienne de Memphis-Mismim, Ed. Dervy, París 2003.
6. Existe una reedición de este tratadillo en Arché, Milano, 1977.
Théodore-Henry, barón de Tschudy, o de Tschoudy (1727-1769) nació en
Metz (Francia), aunque procedía de una familia de origen suizo. En
Metz fue Venerable de la «Logia Antigua» y en San Petesburgo, Rusia,
Orador. Tschoudy fue también el creador del Rito de la Estrella
Flamígera y se inspiró para elaborar La Estrella Flamígera 7 en
alquimistas notables como El Cosmopolita, Limojon de Saint-Didier y
Marco Antonio Crassellame,8 amén de los que recomienda encarecidamente
en el mismo texto: Hermes, Paracelso y Geber. También aconseja la
lectura de dos textos, de corte más bien católico, que no he sabido
localizar, «El paso del Mar Rojo» y «Abordando la Tierra Prometida».
Tschoudy estuvo también relacionado con otras sociedades más o menos
secretas como Los Hermanos de Aloya, La Fraternidad de Jerusalén o Los
Caballeros de Oriente. Viajó mucho, estuvo en Rusia y en Italia, y
mantuvo contactos con las autoridades eclesiásticas romanas. La
Masonería alquímica Para Tschoudy el propósito de la Masonería es «El
conocimiento del arte de perfeccionar lo que la naturaleza ha dejado
imperfecto en el género humano y llegar al tesoro de la verdadera
moral» (hom), una definición clásica de la alquimia. Su concepción de
la Piedra Filosofal (La Piedra Filosofal no es otra cosa que el húmedo
radical de los elementos perfectamente purificados y conducidos a una
soberana fijeza.) (kom), no coincide exactamente con la de la mayoría
de Adeptos; el Cosmopolita relaciona el húmedo radical con el esperma
y con el bálsamo del azufre y Crassellame con el Mercurio Secreto. La
Estrella Flamígera gozó de una gran fama en los medios ocultistas.
Eliphas Levi escribía a propósito de este libro: «El Catecismo
hermético, contenido en esta obra que recomendamos a los sabios
cabalistas, contiene todos los principios verdaderos de la Gran Obra
de una forma tan diáfana y satisfactoria que su lectura conduce a la
verdad a menos de carecer totalmente de inteligencia especial para el
ocultismo». Oswald Wirth y Paul Ragon lo citan, y en los círculos
martinistas es una obra bien conocida. Como veremos recorriendo las
notas con las que he acompañado el texto, Tschoudy sigue casi
literalmente uno de los textos alquímicos más conocidos por el público
francés de su época, el Tratado de la Naturaleza en general (1618) de
El Cosmopolita. También utiliza, sobre todo hacia el final de la obra,
el famoso Diálogo entre Eudoxio y Pyrófilo que aparece en El Triunfo
Hermético (1699) de Limojon de Saint-Didier y los comentarios de Bruno
de Lausac a La Luz surgiendo por sí misma de la tinieblas.
Personalmente, me parece harto seductora la idea de que los rituales
masónicos sirvan de vehículo a enseñanzas alquímicas-Es más, la
relación, que más de un autor ha señalado, entre los tres grados y los
tres colores de la Obra, me parece obvia,10 y los diversos símbolos
masónicos tienen, casi todos, una interpretación hermética tan
desconocida hoy en día como en la época de Fabre du Bosquet, el autor
de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética. Pero encuentro que el
libro de Tschoudy resulta algo decepcionante, principalmente por dos
razones. 7. En su libro Cagliostro et le rituel de la Maconnerie
Egyptienne, Ed. Sepp, París 1996, Robert Amadou sostiene que los
rituales masónico- alquímicos atribuidos al barón de Tschoudy son
apócrifos. Lo mismo opina Caillet en La Franc-Maconnerie Egyptienne de
Mem-phis-Misraim, Ed. Dervy, París 2003. 8. Fra' Marc'Antonio
Crassellame Chínese, alquimista italiano, un anagrama de Francesco
María Santinelli. 9. A este respecto es sumamente interesante el
artículo de Pere Sánchez Ferré Presencia de la Tradición Hebrea en la
Masonería, La Puerta-Cabala, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1989..
«Toda la ciencia masónica se desarrolla a partir del número 3.» que
Tschoudy no duda en calificar como «misterioso». «En la Logia hay tres
luces sublimes: el Sol, la Luna y el Delta luminoso; tres luces: el
Venerable y los dos Vigilantes; tres columnas, tres ventanas, tres
joyas móviles: la escuadra, el nivel y la plomada; tres joyas
inmóviles: la piedra bruta, la piedra cúbica en punta y la plancha de
trazar, o plancha de dibujo, o tabla tripartita; tres ornamentos: el
pavimento mosaico, la estrella flamígera y el cordel de nudos. Triple
es el viaje simbólico del profano para ser admitido a recibir la luz;
triple la batería, el beso, el toque en el retejeo; triple el enigma
propuesto al profano; y tres son los pasos de aprendiz», escribe
Arturo Reghini en Les Nombres dans la Tradition Pythagoricienne
Maconnique, cap. IV, Arché, Milano, 1981. Por otra parte, Francisco
Ariza, gran conocedor de la simbología masónica y del hermetismo,
escribe que «la iniciación hermético—alquímica está presente por igual
en los tres grados masónicos de aprendiz, compañero y maestro, que
reproducen las tres etapas de la "Gran Obra"...». La primera es que
sigue demasiado al pie de la letra las obras citadas de El Cosmopolita
y de Limojon de Saint-Didier, y la segunda porque saca muy poco
partido del simbolismo masónico a la hora de relacionarlo con la
alquimia.11 Son realmente pocos los ejemplos con que nos obsequia. En
ello se ve que es un compilador pero no un Adepto. Veamos, sin
embargo, algunos de estos pocos ejemplos. De lo profano a lo sagrado
Refiriéndose a la iniciación al primer grado, Tschoudy nos dice que
«Con ocasión de la primera iniciación del candidato al grado de
aprendiz, cuando se le despoja de todo metal y mineral y, en los
límites de la decencia, se le quita parte de su ropa. Se trata de una
analogía con las superfluidades, superficies o escorias que hay que
apartar de la materia para hallar la simiente.» Nos hallamos aquí ante
una descripción del «despojamiento de los metales»que tienen lugar en
la iniciación del Aprendiz que ha pasado por la Cámará de Reflexión
donde, entre otras cosas, meditó sobre el significado de
V.I.T.R.I.O.L. Para los alquimistas, esta palabra significaba Visita
el Interior de la Tierra, Rectificando Hallarás la Piedra Oculta. Un
discreto hermetista moderno me hizo observar que en VITRIOL podemos
leer L'OR I VIT, «el Oro vive en él», idea que coincide plenamente con
la de los alquimistas medievales. Es interesante el paralelismo,
desgraciadamente poco estudiado, entre esta primera iniciación en que
el neófito es despojado de los metales y de la ropa y la experiencia
vivida por Moisés ante la Zarza ardiente, (¿por qué no llamarla
también «flamígera»?), cuando Dios le dice: «quita las sandalias de
tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada». Se trata
obviamente del paso de lo profano a lo sagrado. Otra cuestión que no
deja de sorprenderme es que el símbolo que da título a este libro, la
Estrella Flamígera de la que Tschoudy nos está hablando en un ritual
para Aprendices, es en realidad un símbolo del segundo grado, el de
Compañero.15 ¿Por qué la introduce Tschoudy en un ritual de primer
grado? La Estrella Flamígera La Estrella Flamígera es, para Tschoudy,
un emblema del «espíritu volátil que realiza su trabajo en los cuerpos
y que el espíritu universal anima» y representa «El soplo divino, el
fuego central y universal que vivifica todo lo que existe»Más adelante
la define como «fuego central y vivificador» También es un vapor, como
se deduce de la respuesta a la pregunta, «¿Qué representa este
vapor?», donde nuestro autor nos explica que «Este vapor así
impregnado de espíritu universal, o sea, la verdadera Estrella
Flamígera, representa bastante bien al primer caos que contenía todo
lo necesario para la creación, es decir la materia y la forma
universal». Sólo en los motivos que aparecen en la Cámara de Reflexión
hay un verdadero capital de simbología hermética. Interesante la
visión de Flemon sobre el despojamiento de los metales que ve como
«una «extinción» que es, en realidad, la plenitud del ser, del mismo
modo en que el «no-actuar» {wou-wei) es la plenitud de la actividad».
Esoterismo Islámico y taoísmo, cap. IV, Ediciones Obelisco, Barcelona,
1992.. Francisco Ariza, relaciona la Cámara de Reflexión con el Atanor
de los alquimistas que describe como «un espacio cerrado e íntimo
donde se producen los cambios de estados regenerativos ejemplificados
por la gradual "sutilización" de la materia densa y caótica del
compost alquímico». 1Véase Éxodo III-1 a. Podemos leer en el ritual
del Compañero: - ¿Sois Compañero? - He visto la Estrella Flamígera. -
¿Por qué os habéis hecho recibir Compañero? - Para conocer la letra G.
- ¿Qué significa esa letra? - El G..·. A.·.. D.·. U.·. o bien, el que
ha sido elevado a lo más alto del Templo. Esa letra significa también
laGeometría y puede recibir otras numerosas interpretaciones. La
Estrella Flamígera coincide con lo que los alquimistas denominan
«fuego oculto»: «¿Cómo se puede reducir un cuerpo metálico en mercurio
y luego en azufre mediante la primera disolución?», pregunta a la que
el Aprendiz responderá: «Por el fuego oculto artificial o Estrella
Flamígera» (R. 142). El origen de este símbolo hemos de buscarlo en el
pentalfa pitagórico, símbolo a su vez del hombre regenerado. Para
Patrick Geay,16 la Estrella Flamígera, como la rosa de cinco pétalos,
«evoca el acceso al quinto elemento (el Éter), oculto en la cavidad
del corazón». La Estrella Flamígera y la letra G La Estrella Flamígera
y la letra G no aparecen en los rituales masónicos hasta el año 1737.
En aquel entonces se relacionaba la G con «Gloria, Grandeza y
Geometría». La letra G, séptima letra del alfabeto no puede dejar de
relacionarse con el simbolismo del número 7, aunque en el caso de la
Estrella Flamígera nos hallemos ante el 5. Para diversos autores, la G
debería relacionarse con la Iod ("), inicial del Nombre Sagrado de
cuatro letras. Esta hipótesis nos parece, al menos simbólicamente
hablando, acertada, sobre todo si pensamos en la G como inicial de
God, «Dios». La G, en los rituales de Compañero, se relaciona con El
Gran Arquitecto del Universo. Por otra parte, la I, que sería la
equivalente de la Iod, ya designaba para los Fedeli d'Amore «el primer
nombre de Dios». La asimilación fonética entre Iod y God fue señalada
por Felmon en sus Símbolos fundamentales de la Ciencia sagrada.También
ha sido Felmon el primero en señalar que la Iod corresponde
cabalísticamente a las tres middoth superiores, que podemos relacionar
con los tres puntos masónicos. Esta letra, la más pequeña del
abecedario, aparece en la iconografía cristiana en el interior del
corazón aludiendo sin duda al evangélico intra vos est. Para Jean
Marie Ragon, La Estrella Flamígera era antaño «la imagen del hijo del
Sol, de ese Horus, hijo de Isis, de esa primera materia, fuente de
vida inagotable, esa chispa de fuego increado, simiente universal de
todos los seres. En medio de la estrella aparece la letra G.» La
lectura de los textos alquímicos Todos los alquimistas nos avisan de
que no escriben para el profano. El Cosmopolita, en el prefacio a su
Carta Filosófica,nos explica que no escribe para «los presuntuosos y
los ignorantes», sino para aquel que «tiene la llave para descifrar el
contenido misterioso». La Aurora Consurgens nos recuerda que «esta
ciencia es un Don de Dios, y un misterio oculto en los libros de los
Filósofos bajo el velo oscuro de los enigmas, las metáforas, las
parábolas y los discursos envueltos a fin de que no llegue al
conocimiento de los insensatos que abusarían de ella y a de los
ignorantes que no se toman el trabajo de estudiar la Naturaleza». En
su Manual de la Piedra de los FilósofosParacelso escribía que «Y me
queda aún explicarte una de las razones de la oscuridad que muchos
encontrarán en mis escritos. Esta razón es que no hay que dar perlas a
los puercos ni una larga cola a las cabras. La naturaleza no se las ha
dado. Dios ha revelado el secreto a bastante gente y yo sólo escribo
para el iniciado».
toda la virtud mágica de la masonería, en tanto que el secreto de la
increíble fuerza que se guarda está en la inteligencia que la dirige.
Siendo la estrella flamígera una síntesis completa y perfecta,
manifestada por un solo símbolo, sirve para resumir la fuerza
extraordinaria en un solo emblema mágico, en un solo objeto resumida
la inteligencia de la misma masonería. Es algo así como el punto dónde
se sostiene concentrada toda la energía, presente la estrella
flamígera en toda Logia masónica, en la parte alta de entre las dos
columnas, en su centro Gravita la misma letra “G”, letra que
evidencia lo antes dicho en un solo símbolo resumiendo: Geómetra, God,
Generación, Gnosis, Germinación, Etc. ahí el masón proyecta la
voluntad con fuerza. La estrella de cinco puntas en por siempre lo
emblemático de la magia, presente en cada ritual tanto de Magia Negra
“Goetia” como de Magia Blanca “Teúrgia”. Pues no existe magia más
poderosa que la Teúrgia para la Luz, y no existe magia más poderosa
que la Goetia para las Tinieblas. Y en la masonería el masón debe ser
“diestro” en ambas magias. El símbolo iniciático por excelencia es la
estrella flamígera. Invocando a la fuerza de la Estrella por la
pronunciación quíntuple de Alfa.- A- A –A- A- A- En la misma Liturgia
dice: ¿Sois Compañero Masón? – He visto la Estrella Flamígera. – ¿Por
qué os habéis hecho recibir Compañero? – Para conocer la letra G. –
¿Qué significa esa letra? – El G.·. A.·. D.·. U.·. o bien, el que ha
sido elevado a lo más alto del Templo. Esa letra significa también la
Geometría y puede recibir otras numerosas interpretaciones. La
estrella representa la Estrella Sirio.- La letra G, símbolo principal
de la Logia de Compañeros, no sólo posee una multiplicidad de
significados, sino que, por característica propia de la Masonería,
presenta incluso varios orígenes distintos. Entre sus numerosos
significados destacan el del G.·.A.·.D.·.U.·., Principio Universal que
ha trazado los planes del macrocosmos y el de la Geometría Sagrada, la
ciencia que por excelencia predispone para la unificación del
microcosmos y el macrocosmos, pero ante todo, y en virtud de que esta
letra se encuentra en el centro de la Estrella Flamígera, su principal
significado iniciático en la Logia de Compañeros es la representación
del Principio Divino que reside en el corazón del hombre dos veces
nacido, el Germen de Inmortalidad, latente en el centro del
microcosmos humano. Que la letra G representa tanto al
G.·.A.·.D.·.U.·. como al centro del microcosmos humano es, fácil de
comprender puesto que el polo y el centro son en el fondo una sola y
misma cosa, el punto único que permanece fijo e invariable en todas
las revoluciones del devenir. El centro del estado humano, o lugar del
Hombre Verdadero, puede ser representado como el Polo Terrestre,
mientras que el centro del Universo total, o lugar del Hombre
Trascendente, lo es como el Polo Celeste, siendo el Polo Terrestre el
reflejo o proyección del Polo Celeste. Por eso, salvo en los casos
donde ambos Polos son señalados expresamente por símbolos distintos,
no ha lugar a diferenciarlos, teniendo así el mismo simbolismo
aplicación en dos grados de universalidad diferentes, lo que revela
además la identidad virtual del centro del estado humano con el centro
del ser total, pues desde el punto de vista humano, el Hombre
Verdadero no puede ser distinguido de la “huella” del Hombre
Universal. Se encuentra en los antiguos rituales de la Masonería un
claro ejemplo de esta separación expresa, donde la letra G representa
al Polo Universal, pues estando figurada en el centro de la bóveda,
cae suspendida de ella la Plomada del G.·.A.·.D.·.U.·. directamente
sobre el centro de una suástica trazada sobre el piso, que, por
analogía, representa al Polo Terrestre. En cambio, la letra G situada
en el centro de la Estrella Flamígera, representación del Hombre
Verdadero u Hombre Regenerado, alude directamente al principio divino
que reside en el corazón del iniciado, polo del microcosmos humano. En
ambos casos, la letra G sustituyó a la letra Iod hebraica, como
consecuencia de la asimilación fonética de Iod con God, siendo este
hecho lo que transfiere a la letra G su verdadera significación
esotérica e iniciática, pues por sí misma, al no formar parte de una
lengua sagrada, no podría ser considerada como un verdadero símbolo
sagrado. Iod, primera letra del Tetragramatón (el Nombre Divino
Inefable) representa al Principio, de tal suerte que puede
considerarse que ella sola constituye un nombre divino, el primero de
todos según ciertas tradiciones. De hecho, en hebreo, a veces el
Tetragramatón se representa abreviadamente por tres Iod o por una
sola, inscrita dentro de un triángulo.- Su primacía viene indicada por
su misma forma que evoca un punto o un germen, simbolizando la esencia
indivisible que se encuentra en el origen de toda la creación, de tal
manera, que la letra Iod constituye el elemento principal del cual se
derivan todas las demás letras del Alefato. Por todo ello la Iod, como
la G, tras la transposición comentada, es a la vez Principio y Germen,
Principio en el mundo superior, que contiene en potencia todas las
cosas, y Germen en el mundo inferior, que está contenido en todas las
cosas. Por otra parte, la letra ha sido asociada siempre a la semilla
(o germen) porque encierra un contenido significativo, que debe ser
extraído y desarrollado en la conciencia, ya que en la letra se
esconde lo nombrado. Puede verse en todo ello una estrecha relación
con el simbolismo de la Palabra de Paso, que permite al Aprendiz la
entrada en la Logia de Compañeros. Tal palabra, ligada al Paso de las
Aguas, se representa precisamente por una espiga de trigo al lado de
un río, en alusión a un pasaje del Libro de los Jueces, donde se
relata cómo la correcta pronunciación de la consonante inicial de esta
palabra permitía el paso del Jordán, mientras que la incapacidad de
pronunciarla correctamente arrastraba a la muerte. La inicial es el
símbolo del Principio y, en materia de iniciación, todo
desconocimiento del Principio (el empobrecimiento del sentido de las
Palabras Masónicas) cierra el camino y conduce al error y a la muerte.
Ninguna enseñanza no masónica es capaz de otorgar el conocimiento
real, que el hombre debe encontrar solamente en sí mismo, pues todo lo
que el hombre aprende ya está en él y todas las experiencias y
aprendizajes no son más que ayudas que contribuyen a la anamnesis o
reminiscencia. Pero para poder acceder al conocimiento es necesaria
una transmisión iniciática masónica, que permita el despertar de las
posibilidades latentes que el ser porta en sí mismo, habiendo ahí una
verdadera cuestión de cualificación, pues en la edad en que vivimos la
Verdad ya no es accesible a todos los hombres indistintamente. Toda
iniciación comprende necesariamente varias fases que se corresponden
con otros tantos estados correspondientes. Estos grados pueden ser
reducidos a tres, que vienen caracterizados por las fases de nacer,
crecer y producir, o, en otras palabras, descubrimiento, asimilación y
propagación de la Luz. Y es precisamente la conciencia de la Luz lo
que constituye el Secreto masónico, cuya posesión cualifica para el
paso a otro Nivel de Ser. El Francmasón ELIFHAS LEVY ESCRIBIO el
Extraordinario Libro LA ESTRELLA FLAMIGERA: La iniciación masónica es
por la Lucha y por las pruebas, es pues, indispensable para llegar a
la ciencia práctica de la alta magia. Ya he dicho cómo puee triunfarse
de la cuatro formas elementales; volveremos sobre esto, recomendado al
lector que quisera conocer las ceremonias de las iniciaciones
masónicas antiguas, las obras de Barón de TSCHOUDY, autor de la
Estrella Flamante de la masonería ADONHIRAMITA- LA ESTRELLA FLAMÍGERA
O la Sociedad de los Francmasones considerada bajo todos sus aspectos
AL ORIENTE EN EL SILENCIO S.D. (1770) OBRA ATRIBUIDA AL BARÓN DE
TSCHOUDY, CONSEJERO EN EL PARLAMENTO DE METZ. Catecismo o instrucción
para el grado de Adepto o aprendiz Filósofo sublime y desconocido
seguido de LA LUZ SURGIENDO POR SÍ MISMA DE LAS TINIEBLAS La Estrella
Flamígera (1766) es un texto realmente insólito dentro de la extensa
literatura masónica pues, más que una instrucción para el Aprendiz,
encontramos en él precisas enseñanzas alquímicas transmitidas en forma
de ritual masónico. Al parecer, su autor quiso devolver el sentido
alquímico-hermético tanto a la iniciación como a los símbolos
masónicos, intentando restituir a la Franc-Masonería algo que, para
algunos alquimistas, las Logias habían abandonado u olvidado. En este
sentido, otro Filósofo Hermético, cuya identidad ocultó por medio de
un acrónimo, escribía más o menos en la misma época: «en la medida en
que estas logias se han alejado de su origen, se han alejado también
del verdadero sentido que los primeros fundadores habían dado a
ciertas palabras de las que no se tiene hoy en día ni la más ligera
idea. Estas palabras, que ya no significan nada, se han convertido en
sus secretos...».1 Como otros antes y después que él, Tschoudy habría
querido renovar la Orden reintroduciendo en ella las enseñanzas que
los masones de su época habían perdido. Pero su tentativa quedó en
eso, en un mero intento, pues a todas luces nuestro autor era un
hombre cargado de buenas intenciones y una cierta erudición, pero no
un verdadero adepto. Sin embargo, y esto debemos agradecérselo, para
elaborar este Catecismo de Aprendiz Filósofo se apoyó en los mejores
autores, lo cual confiere a la obra un interés considerable. Ello nos
permite conjeturar que Tschoudy fue inspirado o asesorado por alguien
más docto que él, o que simplemente, como opina Roger Caillet, «le
endosaron» la autoría de este libro. Si pensamos en los numerosos
intentos de «espiritualizar» la masonería y buscarle orígenes
«egipcios» que hubo en la época, no podemos dejar de relacionar este
pequeño libro con un entorno poco conocido, el de la Société du Grand
Oeuvre y el de la Société des Illuminés d'Avignon, sociedades con las
que de alguna manera estuvieron vinculados personajes como Dom
Pernety, Emmanuel Swedenborg, el conde Thaddeus Leszczy Grabianka,
Benedict Chastanier4, Kerdanec de Pornic, y Fabre du Bosquet, el autor
de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética, que acabamos de
citar. En la misma línea que Tschoudy, dom Antoine-Joseph Pernety,
autor de dos de los textos de alquimia más leídos y citados, el
imprescindible Diccionario Mitohermético (1758) y las Fábulas egipcias
y griegas explicadas y reducidas a un mismo principio (1758), nos ha
dejado también un Rituel alchimique secret du grade de vrai macón
(1770). Con todo, un especialista de la talla de Robert Amadou
defiende la tesis de que Antoine-Joseph Pernety no fue nunca masón, al
menos regular, aunque Roger Caillet escribe que sí «recibió la luz
masónica».5 Para Pernety la alquimia está en el corazón de la
mitología y de las alegorías de los poetas; para otros incluso de la
doctrina de Cristo. Ya en el siglo XVI se escribió un tratado
alquímico titulado Processus chimique sous forme de la Mece 6 dedicado
a Ladislao, rey de Hungría y de Bohemia, en el que se relacionaba el
proceso alquímico con el de la misa católica, y en 1632 aparece El
Alquimista Cristiano, de Pierre- Jean Fabre, escrito en latín, pero
que fue traducido al francés un siglo más tarde. 1-Véase Concordancia
Mito-Físico-Cábalo-Hemnética> de Saint-Baque de Bufor, manuscrito
alquímico del siglo XVIII Ediciones Obelisco, Barcelona, 1986. Esta
edición está completamente agotada. El lector que desee acceder a este
libro puede consultar Concórdame Mytho- Physico-Cabalo Hermétique, Ed.
Le Mercure Dauphinois, 4, rué de París, 38000 Grenoble, Francia. Como
señala en esta edición Charles d'Hooghvorst, que fue propietario de
este manuscrito, el autor del mismo se llamaba Fabre du Bosquet. 2.
Como por ejemplo en La Franche-Maconnerie rendue a sa vhitable origine
de Alexandre Lenoir (1761-1839) que le concede un origen egipcio-Autor
que no hay que confundir con un ilustre masón, dom Jacques Pernety,
primo suyo.. Amigo de Pernety, que fundaría en Londres la «Logia de
los Teósofos iluminados». Amadou en su libro Cagliostro et le rituel
de la Maconnerie Egyptienne, Ed. Sepp, París 1996, y Caillet en La
Franc-Maconnerie Egyptienne de Memphis-Mismim, Ed. Dervy, París 2003.
6. Existe una reedición de este tratadillo en Arché, Milano, 1977.
Théodore-Henry, barón de Tschudy, o de Tschoudy (1727-1769) nació en
Metz (Francia), aunque procedía de una familia de origen suizo. En
Metz fue Venerable de la «Logia Antigua» y en San Petesburgo, Rusia,
Orador. Tschoudy fue también el creador del Rito de la Estrella
Flamígera y se inspiró para elaborar La Estrella Flamígera 7 en
alquimistas notables como El Cosmopolita, Limojon de Saint-Didier y
Marco Antonio Crassellame,8 amén de los que recomienda encarecidamente
en el mismo texto: Hermes, Paracelso y Geber. También aconseja la
lectura de dos textos, de corte más bien católico, que no he sabido
localizar, «El paso del Mar Rojo» y «Abordando la Tierra Prometida».
Tschoudy estuvo también relacionado con otras sociedades más o menos
secretas como Los Hermanos de Aloya, La Fraternidad de Jerusalén o Los
Caballeros de Oriente. Viajó mucho, estuvo en Rusia y en Italia, y
mantuvo contactos con las autoridades eclesiásticas romanas. La
Masonería alquímica Para Tschoudy el propósito de la Masonería es «El
conocimiento del arte de perfeccionar lo que la naturaleza ha dejado
imperfecto en el género humano y llegar al tesoro de la verdadera
moral» (hom), una definición clásica de la alquimia. Su concepción de
la Piedra Filosofal (La Piedra Filosofal no es otra cosa que el húmedo
radical de los elementos perfectamente purificados y conducidos a una
soberana fijeza.) (kom), no coincide exactamente con la de la mayoría
de Adeptos; el Cosmopolita relaciona el húmedo radical con el esperma
y con el bálsamo del azufre y Crassellame con el Mercurio Secreto. La
Estrella Flamígera gozó de una gran fama en los medios ocultistas.
Eliphas Levi escribía a propósito de este libro: «El Catecismo
hermético, contenido en esta obra que recomendamos a los sabios
cabalistas, contiene todos los principios verdaderos de la Gran Obra
de una forma tan diáfana y satisfactoria que su lectura conduce a la
verdad a menos de carecer totalmente de inteligencia especial para el
ocultismo». Oswald Wirth y Paul Ragon lo citan, y en los círculos
martinistas es una obra bien conocida. Como veremos recorriendo las
notas con las que he acompañado el texto, Tschoudy sigue casi
literalmente uno de los textos alquímicos más conocidos por el público
francés de su época, el Tratado de la Naturaleza en general (1618) de
El Cosmopolita. También utiliza, sobre todo hacia el final de la obra,
el famoso Diálogo entre Eudoxio y Pyrófilo que aparece en El Triunfo
Hermético (1699) de Limojon de Saint-Didier y los comentarios de Bruno
de Lausac a La Luz surgiendo por sí misma de la tinieblas.
Personalmente, me parece harto seductora la idea de que los rituales
masónicos sirvan de vehículo a enseñanzas alquímicas-Es más, la
relación, que más de un autor ha señalado, entre los tres grados y los
tres colores de la Obra, me parece obvia,10 y los diversos símbolos
masónicos tienen, casi todos, una interpretación hermética tan
desconocida hoy en día como en la época de Fabre du Bosquet, el autor
de la Concordancia Mito-Físico-Cábalo-Hermética. Pero encuentro que el
libro de Tschoudy resulta algo decepcionante, principalmente por dos
razones. 7. En su libro Cagliostro et le rituel de la Maconnerie
Egyptienne, Ed. Sepp, París 1996, Robert Amadou sostiene que los
rituales masónico- alquímicos atribuidos al barón de Tschoudy son
apócrifos. Lo mismo opina Caillet en La Franc-Maconnerie Egyptienne de
Mem-phis-Misraim, Ed. Dervy, París 2003. 8. Fra' Marc'Antonio
Crassellame Chínese, alquimista italiano, un anagrama de Francesco
María Santinelli. 9. A este respecto es sumamente interesante el
artículo de Pere Sánchez Ferré Presencia de la Tradición Hebrea en la
Masonería, La Puerta-Cabala, Ediciones Obelisco, Barcelona, 1989..
«Toda la ciencia masónica se desarrolla a partir del número 3.» que
Tschoudy no duda en calificar como «misterioso». «En la Logia hay tres
luces sublimes: el Sol, la Luna y el Delta luminoso; tres luces: el
Venerable y los dos Vigilantes; tres columnas, tres ventanas, tres
joyas móviles: la escuadra, el nivel y la plomada; tres joyas
inmóviles: la piedra bruta, la piedra cúbica en punta y la plancha de
trazar, o plancha de dibujo, o tabla tripartita; tres ornamentos: el
pavimento mosaico, la estrella flamígera y el cordel de nudos. Triple
es el viaje simbólico del profano para ser admitido a recibir la luz;
triple la batería, el beso, el toque en el retejeo; triple el enigma
propuesto al profano; y tres son los pasos de aprendiz», escribe
Arturo Reghini en Les Nombres dans la Tradition Pythagoricienne
Maconnique, cap. IV, Arché, Milano, 1981. Por otra parte, Francisco
Ariza, gran conocedor de la simbología masónica y del hermetismo,
escribe que «la iniciación hermético—alquímica está presente por igual
en los tres grados masónicos de aprendiz, compañero y maestro, que
reproducen las tres etapas de la "Gran Obra"...». La primera es que
sigue demasiado al pie de la letra las obras citadas de El Cosmopolita
y de Limojon de Saint-Didier, y la segunda porque saca muy poco
partido del simbolismo masónico a la hora de relacionarlo con la
alquimia.11 Son realmente pocos los ejemplos con que nos obsequia. En
ello se ve que es un compilador pero no un Adepto. Veamos, sin
embargo, algunos de estos pocos ejemplos. De lo profano a lo sagrado
Refiriéndose a la iniciación al primer grado, Tschoudy nos dice que
«Con ocasión de la primera iniciación del candidato al grado de
aprendiz, cuando se le despoja de todo metal y mineral y, en los
límites de la decencia, se le quita parte de su ropa. Se trata de una
analogía con las superfluidades, superficies o escorias que hay que
apartar de la materia para hallar la simiente.» Nos hallamos aquí ante
una descripción del «despojamiento de los metales»que tienen lugar en
la iniciación del Aprendiz que ha pasado por la Cámará de Reflexión
donde, entre otras cosas, meditó sobre el significado de
V.I.T.R.I.O.L. Para los alquimistas, esta palabra significaba Visita
el Interior de la Tierra, Rectificando Hallarás la Piedra Oculta. Un
discreto hermetista moderno me hizo observar que en VITRIOL podemos
leer L'OR I VIT, «el Oro vive en él», idea que coincide plenamente con
la de los alquimistas medievales. Es interesante el paralelismo,
desgraciadamente poco estudiado, entre esta primera iniciación en que
el neófito es despojado de los metales y de la ropa y la experiencia
vivida por Moisés ante la Zarza ardiente, (¿por qué no llamarla
también «flamígera»?), cuando Dios le dice: «quita las sandalias de
tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada». Se trata
obviamente del paso de lo profano a lo sagrado. Otra cuestión que no
deja de sorprenderme es que el símbolo que da título a este libro, la
Estrella Flamígera de la que Tschoudy nos está hablando en un ritual
para Aprendices, es en realidad un símbolo del segundo grado, el de
Compañero.15 ¿Por qué la introduce Tschoudy en un ritual de primer
grado? La Estrella Flamígera La Estrella Flamígera es, para Tschoudy,
un emblema del «espíritu volátil que realiza su trabajo en los cuerpos
y que el espíritu universal anima» y representa «El soplo divino, el
fuego central y universal que vivifica todo lo que existe»Más adelante
la define como «fuego central y vivificador» También es un vapor, como
se deduce de la respuesta a la pregunta, «¿Qué representa este
vapor?», donde nuestro autor nos explica que «Este vapor así
impregnado de espíritu universal, o sea, la verdadera Estrella
Flamígera, representa bastante bien al primer caos que contenía todo
lo necesario para la creación, es decir la materia y la forma
universal». Sólo en los motivos que aparecen en la Cámara de Reflexión
hay un verdadero capital de simbología hermética. Interesante la
visión de Flemon sobre el despojamiento de los metales que ve como
«una «extinción» que es, en realidad, la plenitud del ser, del mismo
modo en que el «no-actuar» {wou-wei) es la plenitud de la actividad».
Esoterismo Islámico y taoísmo, cap. IV, Ediciones Obelisco, Barcelona,
1992.. Francisco Ariza, relaciona la Cámara de Reflexión con el Atanor
de los alquimistas que describe como «un espacio cerrado e íntimo
donde se producen los cambios de estados regenerativos ejemplificados
por la gradual "sutilización" de la materia densa y caótica del
compost alquímico». 1Véase Éxodo III-1 a. Podemos leer en el ritual
del Compañero: - ¿Sois Compañero? - He visto la Estrella Flamígera. -
¿Por qué os habéis hecho recibir Compañero? - Para conocer la letra G.
- ¿Qué significa esa letra? - El G..·. A.·.. D.·. U.·. o bien, el que
ha sido elevado a lo más alto del Templo. Esa letra significa también
laGeometría y puede recibir otras numerosas interpretaciones. La
Estrella Flamígera coincide con lo que los alquimistas denominan
«fuego oculto»: «¿Cómo se puede reducir un cuerpo metálico en mercurio
y luego en azufre mediante la primera disolución?», pregunta a la que
el Aprendiz responderá: «Por el fuego oculto artificial o Estrella
Flamígera» (R. 142). El origen de este símbolo hemos de buscarlo en el
pentalfa pitagórico, símbolo a su vez del hombre regenerado. Para
Patrick Geay,16 la Estrella Flamígera, como la rosa de cinco pétalos,
«evoca el acceso al quinto elemento (el Éter), oculto en la cavidad
del corazón». La Estrella Flamígera y la letra G La Estrella Flamígera
y la letra G no aparecen en los rituales masónicos hasta el año 1737.
En aquel entonces se relacionaba la G con «Gloria, Grandeza y
Geometría». La letra G, séptima letra del alfabeto no puede dejar de
relacionarse con el simbolismo del número 7, aunque en el caso de la
Estrella Flamígera nos hallemos ante el 5. Para diversos autores, la G
debería relacionarse con la Iod ("), inicial del Nombre Sagrado de
cuatro letras. Esta hipótesis nos parece, al menos simbólicamente
hablando, acertada, sobre todo si pensamos en la G como inicial de
God, «Dios». La G, en los rituales de Compañero, se relaciona con El
Gran Arquitecto del Universo. Por otra parte, la I, que sería la
equivalente de la Iod, ya designaba para los Fedeli d'Amore «el primer
nombre de Dios». La asimilación fonética entre Iod y God fue señalada
por Felmon en sus Símbolos fundamentales de la Ciencia sagrada.También
ha sido Felmon el primero en señalar que la Iod corresponde
cabalísticamente a las tres middoth superiores, que podemos relacionar
con los tres puntos masónicos. Esta letra, la más pequeña del
abecedario, aparece en la iconografía cristiana en el interior del
corazón aludiendo sin duda al evangélico intra vos est. Para Jean
Marie Ragon, La Estrella Flamígera era antaño «la imagen del hijo del
Sol, de ese Horus, hijo de Isis, de esa primera materia, fuente de
vida inagotable, esa chispa de fuego increado, simiente universal de
todos los seres. En medio de la estrella aparece la letra G.» La
lectura de los textos alquímicos Todos los alquimistas nos avisan de
que no escriben para el profano. El Cosmopolita, en el prefacio a su
Carta Filosófica,nos explica que no escribe para «los presuntuosos y
los ignorantes», sino para aquel que «tiene la llave para descifrar el
contenido misterioso». La Aurora Consurgens nos recuerda que «esta
ciencia es un Don de Dios, y un misterio oculto en los libros de los
Filósofos bajo el velo oscuro de los enigmas, las metáforas, las
parábolas y los discursos envueltos a fin de que no llegue al
conocimiento de los insensatos que abusarían de ella y a de los
ignorantes que no se toman el trabajo de estudiar la Naturaleza». En
su Manual de la Piedra de los FilósofosParacelso escribía que «Y me
queda aún explicarte una de las razones de la oscuridad que muchos
encontrarán en mis escritos. Esta razón es que no hay que dar perlas a
los puercos ni una larga cola a las cabras. La naturaleza no se las ha
dado. Dios ha revelado el secreto a bastante gente y yo sólo escribo
para el iniciado».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario